domingo, 27 de julio de 2014

MI VERDAD ABSOLUTA

Nos la pasamos toda la vida recibiendo indicaciones, ordenes, consejos. Nos dicen cómo vivir, como actuar, como comportarnos, como hablar y hasta como debemos comer. Nos pasamos la vida complaciendo a otros. Que por que es por nuestro bien, que es por nuestro futuro, que ellos por ser mayores saben lo que es correcto para nosotros, y así se nos va la vida, escuchando más al otro que a nosotros mismos. No nos damos cuenta de que también somos sabios, que nadie más que nosotros mismos sabemos exactamente lo que nos conviene, que es, generalmente, lo que nos hace feliz, así el mundo entero piense lo contrario

La felicidad ha sido para mí un concepto tan importante como lo es el éxito. Sí, quiero ser una mujer exitosa, tal como lo desean mis padres, pero por encima de todo quiero ser FELIZ. ¿Qué es la felicidad? Pues déjenme decirles mis queridos que no tengo la más mínima idea. Sé que es una sensación estomacal que hace que sonría muy seguido; es como una mezcla de paz y tranquilidad; es sentir que no hace falta nada ni nadie, es sentirse completa… o algo así.

El problema aquí, es que las personas por naturaleza tienden a creer tener la verdad absoluta, tanto que escriben libros para tratar de convencer a la humanidad de ello a punta de sus muy subjetivos argumentos,y nosotros ni cortos ni perezosos nos comemos todo el cuento y tratamos de convencer al resto de que el otro tiene la razón. Es una especie de círculo vicioso, un círculo en el que todos andamos en fila y con los ojos vendados.

Desde chiquitos nos andan diciendo “ve y estudia para que seas alguien en la vida”… Ser alguien en la vida, ¿saben lo que significa? Significa ‘invertir’ 12 años de sus vida metido en un plantel estudiantil en donde  los  hacen aprender de memoria datos, fechas, acontecimientos, ubicaciones y fórmulas matemáticas que, muy probablemente, solo les van  a servir en una que otra conversación casual, para demostrar que no son brutos. Significa escoger una carrera a la cual le van a dedicar como mínimo 5 años, en la cual van a aprender como tienen que hacer lo que van a hacer para ganarse la vida, para después tener un pedazo de papel con sus nombres impreso en letra cursiva y muy elegante, con el cual, si cuentan con suerte podrásn conseguir un empleo y trabajar fuertemente durante otra gran parte de sus vidas mientras esperan que ese que esta allá en la silla giratoria, el que tiene la oficina más grande de todas, los ascienda ¿y todo esto con el fin de que? Pues, el de conseguir dinero. Dinero para tener una casa grande, un carro último modelo, ropa de marca, tarjetas de crédito con bastante cupo y así aparentar frente a la sociedad que somos exitosos y por ahí derecho felices.

Pero qué tal si la indicación (casi orden) fuera otra “ve y haz lo que debas hacer para ser feliz”, les apuesto que las cosas serían bien distintas. La educación sería un motor, no de aprendizaje, sino de desarrollo de capacidades, bien dice un dicho que “no se pude juzgar al pez por su capacidad de trepar un árbol, porque pasará toda su vida pensando que es bruto”. Los colegios serían un espacio donde el ser humano desde niño pueda desarrollar esa capacidad, esa virtud que le fue dada y con la que probablemente podría transformar al mundo. En las universidades no nos enseñarían conceptos básicos para poder ejercer medianamente bien una profesión, nos capacitarían y nos ayudarían a desarrollar capacidades para ser competentes, para aportar a la sociedad, para ser los mejores en lo que nos apasiona, y en ese orden de ideas, el trabajo no sería esa cosa monótona y mamerta, si no la oportunidad de hacer eso a lo que vinimos al mundo y hacerlo bien.

Que importa si te hace feliz cantar, bailar, dibujar, pintar, cocinar, actuar, enseñar. O si bien te apasiona ser ingeniero, abogado, arquitecto, científico, matemático, empresario, presidente de la república. Si te apasiona hazlo, pero no porque los que estén a tu alrededor en su afán de procurar lo mejor para ti crean que es lo correcto, hazlo porque el corazón te empuja a hacerlo. No por conseguir dinero, hazlo por sentirte pleno, porque déjame decirte: el dinero solo llena bolsillos, más no corazones. Trabaja duro, sé el mejor en lo que hagas pero no lo hagas para que los demás te den crédito, hazlo porque te lo debes a ti mismo. Vive en el lugar en el cual te sientas dichoso al despertar, en donde sientas que perteneces y no en el que te sientes de paso. Jamás le entregues tu vida al trabajo; crea una familia y disfrútala, date tiempo para viajar, para conocer, para sonreír, para abrazar, para compartir. Date tiempo para vivir.

A veces debemos cerrar los sentidos ante el bullicio del mundo y abrirlos ante nuestro interior, escúchense y sigan su propio consejo, sean sus propios sabios, confíen en ustedes y por encima de todo… SEAN FELICES.