Le escribo esta carta al viento,
a la nada que invade el lugar, a ese vacío con tu figura que aun reposa en mi
alma. Escribo esta carta sin destinatario, sin hogar de paso, una carta que ira
detrás de tus pasos, sin rumbo fijo.
No te escribo a ti, pues ya te olvide. Le escribo al dolor de tu ausencia
que se rehúsa a abandonarme; le escribo a las sonrisas que dibujaste con
ligereza en mi rostro y hoy se desvanecen poco a poco; a los te amo que se
impregnaron en mi piel como tatuajes de tinta indeleble; le escribo a las caricias
que indicaron en mi cuerpo el camino al cielo.
Vuelan mis palabras entre la
tinta y tu esencia, entre lo que fuimos y no seremos jamás; vuelan para dejarme libre de tus ataduras o para elevarme de nuevo a ti.
Le escribo esta carta al viento,
que rociara tu cara y tus cabellos, susurrando a tu oído cada letra y
arrastrando tu silencio. Le escribo al viento que seguirá su rumbo y se llevara
consigo esta carta, que entre remolinos de aire se confundirá con las hojas hasta
marchitar con ellas y reposar en el olvido.